Actualmente nos encontramos en tiempos de mucho estrés. La vida diaria se ha vuelto un remolino de responsabilidades y de afanes que nos agobian. Por lo cual, solo disponemos de un fugaz período de ocio. Lo primero que hacemos al levantarnos por la mañana es exclamar ¡qué mucho tengo que hacer hoy! Tengo que ir a trabajar, soportar a mi jefe, cuentas que pagar, que si el retraso de la renta de la casa, hay que llevar los niños a la escuela, buscarlos a las 3:00 de la tarde y como si todo esto fuera poco, tengo que atender a mi pareja, entre muchas actividades más.
Tanta carga emocional nos vuelve irritables y cuando menos lo esperamos, ante la más mínima provocación estallamos encolerizados y despotricando con todo el que está a nuestro alrededor. Lamentablemente, casi siempre a la persona que ofendemos es a esa que está a nuestro lado incondicionalmente. Esta persona puede ser nuestra pareja o nuestros hijos que no son culpables de nuestra atosigada manera de vivir. Por supuesto, que procedemos de este modo sin darnos cuenta. Pero, nos hemos detenido a pensar, ¿cómo se sentirá esa persona con la cual nos desquitamos?
Cabe destacar que, cuando nos encontramos atiborrados de trabajo y no sacamos un tiempo para reflexionar, es fácil herir a quien más queremos. A esa persona que es la que siempre está a nuestro lado, a la que adoramos por formar parte de nuestra vida. De hecho, en ocasiones nos envolvemos tanto en nuestro mundo que no advertimos que ese ser querido también necesita ser escuchado y que tal vez se encuentra tan abrumado como nosotros. De manera que, sin darnos cuenta la relegamos y no tenemos en cuenta sus sentimientos, lo que ocasiona que ésta persona se ofenda o que no se sienta apreciada por nosotros.
En tal caso, ¿Por qué actuamos así? Porque creemos que esta persona querida tiene que soportar nuestro carácter. Igualmente, juzgamos que ésta debe apoyarnos en todo y perdonarnos por esos momentos de descarga emocional. Lo triste del caso es, que a medida que procedemos de esta manera hacemos sentir mal a quien queremos y sin darnos cuenta vamos creando resentimiento en su corazón. Por lo tanto, debemos reflexionar acerca del modo en que actuamos para evitar ofender a quien queremos con nuestras palabras y con nuestras actitudes. En la medida en que meditemos antes de hablar y tengamos conciencia de que debemos manejar nuestro coraje entonces ofenderemos menos a las personas que más queremos en este mundo. Además, de que propiciaremos un ambiente de paz y de amor a nuestro alrededor.
Tanta carga emocional nos vuelve irritables y cuando menos lo esperamos, ante la más mínima provocación estallamos encolerizados y despotricando con todo el que está a nuestro alrededor. Lamentablemente, casi siempre a la persona que ofendemos es a esa que está a nuestro lado incondicionalmente. Esta persona puede ser nuestra pareja o nuestros hijos que no son culpables de nuestra atosigada manera de vivir. Por supuesto, que procedemos de este modo sin darnos cuenta. Pero, nos hemos detenido a pensar, ¿cómo se sentirá esa persona con la cual nos desquitamos?
Cabe destacar que, cuando nos encontramos atiborrados de trabajo y no sacamos un tiempo para reflexionar, es fácil herir a quien más queremos. A esa persona que es la que siempre está a nuestro lado, a la que adoramos por formar parte de nuestra vida. De hecho, en ocasiones nos envolvemos tanto en nuestro mundo que no advertimos que ese ser querido también necesita ser escuchado y que tal vez se encuentra tan abrumado como nosotros. De manera que, sin darnos cuenta la relegamos y no tenemos en cuenta sus sentimientos, lo que ocasiona que ésta persona se ofenda o que no se sienta apreciada por nosotros.
En tal caso, ¿Por qué actuamos así? Porque creemos que esta persona querida tiene que soportar nuestro carácter. Igualmente, juzgamos que ésta debe apoyarnos en todo y perdonarnos por esos momentos de descarga emocional. Lo triste del caso es, que a medida que procedemos de esta manera hacemos sentir mal a quien queremos y sin darnos cuenta vamos creando resentimiento en su corazón. Por lo tanto, debemos reflexionar acerca del modo en que actuamos para evitar ofender a quien queremos con nuestras palabras y con nuestras actitudes. En la medida en que meditemos antes de hablar y tengamos conciencia de que debemos manejar nuestro coraje entonces ofenderemos menos a las personas que más queremos en este mundo. Además, de que propiciaremos un ambiente de paz y de amor a nuestro alrededor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario