Conoce un poquito acerca de mí
- Haisha
- Me encuentro cursando mi 4to año de doctorado en Psicología Clínica. Actualmente vivo en la ciudad de Juana Díaz, Puerto Rico, aunque soy Ponceña de corazón...
03 noviembre 2012
El Mantengo
El Mantengo
POR AMADO MARTÍNEZ LEBRÓN | 12 DE OCTUBRE DE 2012 | 12:41 AM
Preámbulo
Puerto Rico es una colonia. Para muchos es la única que queda. Hoy día en Puerto Rico las empresas estadounidenses tienen más privilegios y beneficios que las empresas “nacionales” o “extranjeras”; y lo sé, no es noticia nueva. Si bien es cierto que cada vez es menos evidente cómo nos usan, apenas hace 10 años atrás y con la sección 936, que fue en su momento un enarbolado emblema del ELA, se permitía descaradamente a corporaciones estadounidenses montar fábricas en la isla con suculentas exenciones contributivas diseñadas sólo para ellas. Este esquema inició el espectáculo de “modernizarnos” una vez el monocultivo de la caña dejó de ser negocio para las empresas de EE.UU. Un reporte del U.S. Government Accountability Office del 1993, relacionado con la inminente desaparición de la sección 936, presentó al Congreso sus hallazgos de la siguiente forma:
(1) the impact of any change to section 936 on the Puerto Rican economy depends on how the change affects the demand for Puerto Rican resources, the firms’ individual circumstances, and the specific tax; (2) the proposal to restrict section 936 tax credits would alter the incentives for some current and potential section 936 firms; (3) a wage credit cap on section 936 tax credits would affect less than half of the section 936 manufacturing firms analyzed; (4) most labor-intensive section 936 firms would not be affected by the revised tax credit; (5) the impact on Puerto Rico’s economy of reducing section 936 tax credits may not be proportional to the credits lost because they are not tied to the use of Puerto Rican resources; (6) the growth rate for Puerto Rico’s gross domestic product indicated that an increasing portion of total income produced in Puerto Rico went to U.S. and foreign investors; (7) from 1971 to 1991, unemployment in Puerto Rico remained high; (8) five manufacturing industries accounted for 90 percent of the tax benefits received by section 936 firms in 1985, 1987, and 1989; and (9) section 936 manufacturing firms represented 11 percent of the total workforce. [énfasis mío]
Al punto
Las empresas de EE.UU., además de prácticamente obligarnos a comprar sus productos y tratarnos en el negocio como extranjeros, ganan en la isla, según las cifras más conservadoras, casi la totalidad del presupuesto general de Puerto Rico, aún sin la sección 936. Las empresas de EE.UU. ganaron en el 2011-2012, alrededor de $30 mil millones en PR. Debo aclarar aquí que erróneamente en el país se le llama presupuesto a lo que necesita el gobierno para operar, lo que equivale a casi 10 mil millones de dólares en el 2012; no obstante, Puerto Rico cuenta con ingresos por impuestos, arbitrios y juegos, que junto a lo que genera el Estado prestando servicios, suman casi 30 mil millones de dólares en el 2012. Dentro de esa cantidad, sólo una tercera parte se discute cuando se habla del dinero que maneja el Estado. Más de 20 mil millones de dólares se usan para, entre otras cosas, pagar deudas a bancos y financiar proyectos de alianzas público-privadas. De todo nuestro presupuesto, lo que aporta Estados Unidos es apenas 6 mil millones de dólares1. Como dato curioso, eso es lo que más o menos gastamos comprando combustible en un año.2
El amo bueno
En Puerto Rico nos han convencido de que vivimos de la dadivosa intervención de los EE.UU. ¿Pero en qué se basa esto? ¿Será porque tenemos una gran población que vive del seguro social, de los cupones, o del retiro?3 Tal vez. Pero me pregunto, ¿cómo podría ser razonable pensar que nos están manteniendo cuando según el censo del 2010 tenemos casi un 40% de la población bajo el nivel de pobreza, al mismo tiempo que en un año cualquiera, Puerto Rico puede llegar a pagar de 2 a 4 mil millones de dólares en impuestos al IRS solamente? En Puerto Rico está más cara la energía que en los 50 estados de EE.UU., incluyendo Hawái,4 eso sin contar el hecho de que hoy tenemos menos oportunidades de ser dueños de propiedades, carecemos de planes de retiro, tenemos menos servicios de salud pública y menos derechos en general.5 En España, Inglaterra y Noruega, por mencionar sólo algunos países ricos, es más barato vivir porque entre otras cosas, la educación y los servicios médicos son gratis, o casi gratis.6 Como si fuera poco, en Puerto Rico se pagan más impuestos que en cualquier estado de EE.UU.:
“Puerto Rico is classified by the U.S. government as an independent taxation authority by mutual agreement with the U.S. Congress. A common misconception is that residents of Puerto Rico do not have to pay federal taxes. Residents of the island pay federal taxes (import/export taxes, federal commodity taxes, social security taxes, etc.) and some even pay federal income taxes (Puerto Rico residents who are federal employees, or who do business with the federal government, Puerto Rico-based corporations that intend to send funds to the U.S., members of the military, etc.). While most residents of the island do not pay federal income tax, they do pay federal payroll taxes (Social Security and Medicare), as well as Puerto Rico income taxes. In addition, because the cutoff point for income taxation is lower than that of the IRS code, and because the per-capita income in Puerto Rico is much lower than the average per-capita income on the mainland, Puerto Rico residents pay more income taxes to the local taxation authority than if the IRS code were applied to the island. Puerto Rico residents are eligible for Social Security benefits upon retirement. Puerto Rico is excluded from Supplemental Security Income (SSI). Puerto Rico receives less than 15% of the Medicaid funding it would be allotted as a state.”7
Como en la cárcel
La economía de Puerto Rico es de importación. Esto quiere decir que del 80 al 85 por ciento de los alimentos que consumimos vienen de EE.UU. o a través de ellos. Algunos estiman que si dejara de llegar mercancía a Puerto Rico ya no tendríamos para comer en 3 o 4 meses.8 Pagamos caro el uso de la Marina Mercante de EE.UU., y compramos a precios muy altos cosas que inclusive se fabrican en la isla. Según la Cámara de Comercio de Puerto Rico “La Ley de Cabotaje tiene el efecto de aumentar los costos de la transportación marítima entre Puerto Rico y los Estados Unidos, debido a que la Marina Mercante Americana es una de las más costosas en el mundo. De ser el caso en Puerto Rico igual al de los estados de Alaska y Hawái, “la derogación de la Ley de Cabotaje podría tener un impacto significativamente favorable para nuestra economía, en términos de la competitividad que dicha eliminación añadiría a nuestras empresas…”.9 En Puerto Rico tenemos sólo un 6.8 por ciento de las tierras destinadas a cultivo, pero invertimos casi todos nuestros recursos en una economía de servicios, con más de un 80 por ciento de la población obrera en esta rama de la economía. Y aún así el Estado, bajo el liderazgo de Fortuño, entiende como inversión agrícola ceder en condiciones absurdas nuestras tierras cultivables a una empresa como Monsanto.
“A pesar de las ganancias que éstas [Monsanto] obtienen en la Isla, y de los negocios multimillonarios que mantienen alrededor del mundo, el gobierno de Puerto Rico les da las mismas exenciones contributivas que a un agricultor local bona fide. Además, les reembolsa el $2.72 por cada hora de trabajo que pagan en salario a los obreros de campo. Así, el Gobierno de Puerto Rico pagó a Monsanto, tan solo el cuatrimestre de abril, mayo y junio pasado [2011], un total de $121,040, según una fuente cercana al Departamento de Agricultura. El subsidio con fondos públicos a esa empresa durante este año pudo ascender a casi medio millón de dólares.”10
El gobierno, que fue un importante empleador en Puerto Rico, está reduciendo su plantilla bajo pretextos de bajar costos, reducir nuestra deuda y fomentar la economía desde el punto de vista bancario para mejorar así nuestro crédito, pero ni en eso ha funcionado.11 Hoy las empresas privadas son las que más empleados tienen en el país12 y la mayoría de los fondos públicos que supuestamente se “ahorraron” en nómina, se han usado para contratar los servicios de compañías privadas, o simplemente han desaparecido los servicios que se prestaban, devaluando así nuestra calidad de vida. La incapacidad de poseer propiedad productiva, trabajo seguro, medios de producción, o mínimamente una casa, enajena a las personas de su propio país porque no consiguen darle el sentido de pertenencia necesario para el compromiso. Tener vivienda adecuada y permanente es un derecho establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU (artículo 25). En Puerto Rico la inmensa mayoría de las casas son propiedad de los bancos (hipotecas) o del gobierno (residenciales públicos, etc.). El no poseer nada, mientras dos o tres tienen todo, nos hace apáticos al bienestar común porque nos vemos como confinados y no como ciudadanos. La violencia que vivimos es producto directo de esta institucionalización de la pobreza.13
Win-win
Sin embargo, los únicos que se benefician de que EE.UU. “provea” con recursos económicos al país, son las mismas empresas estadounidenses. Primero que nada, porque nos incapacitan, haciéndonos dependientes de lo que nos llegue de ellos. Pero lo peor es que el Estado paga, no para mejorar la calidad de vida de los menos privilegiados, sino que aún cuando pareciera ayudarnos, lo único que eso busca es garantizar que no dejemos de consumir, porque es a las corporaciones relacionadas a EE.UU. a las únicas que les podemos comprar.14 La intención de la mal llamada “beneficencia” de EE.UU. es compensar la incapacidad de consumo que sufrimos por nuestra escasez de producción. El Estado nos da dinero en forma de beneficios federales a partir de los impuestos que pagamos, para que podamos comprar y mantener la economía activa. Es una forma de transferir el dinero del Estado, al bolsillo de los ricos. Esto no puede estar más claro cuando el mejor consejo que pudo ocurrírsele a George W. Bush tras los incidentes del 9/11 fue decirle a sus compatriotas “go shopping”.15Lo que supuestamente nos da el gobierno de EE.UU., se lo devolvemos enseguida cuando lo gastamos en comprar sus productos y en pagar impuestos.16 En Puerto Rico es difícil crear industrias locales exitosas porque es difícil competir con productos estadounidenses. Estamos sitiados por una energía cara y bajo el control de las empresas comerciales de EE.UU., sus protectorados, impuestos y sus carteles de transporte. También es difícil competir con empresas estadounidenses en nuestro propio país porque la intención del sistema es convertirnos en lo que sea que necesite EE.UU., como lo evidenció la transición de una economía del monocultivo a una de manufactura para exportación y ahora a una de servicios, todo a la medida de los intereses del mercado de EE.UU.
Todo es mentira
Insisten en declararnos mantenidos cuando somos el territorio más explotado de EE.UU. Hoy apenas tenemos unos pocos empleos con beneficios “marginales” porque los únicos que los tenían garantizados eran (o son) los del gobierno. Tener plan médico, retiro, vacaciones, maternidad, días por enfermedad y el derecho a uniones de trabajadores, son hoy día casi sueños fantásticos. Todo eso ha conseguido que nuestra sociedad sea violenta con los semejantes, porque nos vemos obligados a competir por oportunidades económicas escasas; mientras que al mismo tiempo la mayoría de la sociedad teme, porque se siente débil ante la monumental fuerza económica de los ricos y su Estado. Pero aún siendo los más pobres y con la menor cantidad de derechos de todos los territorios de EE.UU., aún pagando más impuestos y tras mutilar nuestro sistema económico, hasta incapacitarnos de producir lo necesario para satisfacer nuestras necesidades básicas, nos quieren tildar de mantenidos. Pero concluyamos poniendo esto en perspectiva.
Concluyendo
En el mundo entero se está luchando. Tanto en los EE.UU., como España, Inglaterra, Grecia, Francia, Alemania y Canadá, entre otros países, tienen en sus manos importantes luchas sociales. Pero otra cosa que tienen en común todos estos países es que tienen mejores condiciones de vida que Puerto Rico.17 En casi todos los países mencionados existen mejores sistemas de educación pública, mejores ingresos per cápita y hasta rentas y pagos de utilidades más bajas; y como si fuera poco, muchos tienen servicios médicos gratuitos.18 El Estado en estos países es verdaderamente un mejor benefactor que el nuestro. Estamos gobernados por una minoría rica estadounidense y un facsímil razonable “nacional”; y sabemos que los ricos no pueden pensar en el bienestar común y en el suyo propio al mismo tiempo, porque sería contradictorio. Nuestro bien común es lo que ellos llaman su propiedad privada. Los grandes dueños de tierras u otros medios de producción, nunca van a gobernar promoviendo leyes que les quiten ese poder. No obstante, el Estado, aunque sea diseñado por los ricos, también históricamente ha sido capaz de ser reformado a partir de intereses de grupos sociales en desventaja que han decidido luchar. La lucha de la mujer, la de los negros, y por la libertad sexual en PR y EE.UU., son buenos ejemplos. Así también, la llamada clase media puertorriqueña se inventó con los empleos de las 936, pero también tras el gobierno haber fungido como patrono. El Estado se convirtió en jefe y protector tras una gran crisis económica y por luchas políticas que tras esas crisis se dieron. El Estado “benefactor” como lo conocemos, es el sistema halado precaria y temporalmente hacia el lado de los que no tenemos poder. Sabemos que un cambio hacia la estabilización de nuestra economía no podrá darse administrando los sistemas inventados por el capitalismo, pero un Estado reformado hacia el objetivo de procurar el bienestar de la mayoría siempre será mejor que uno que nos aniquile. Según hemos visto, los países del mundo en lucha tienen mejores condiciones de vida que PR, porque si lo piensan, se necesita tener al menos un poco de poder, para sentirnos con la fuerza suficiente como para exigir más de nuestros gobiernos.
03 septiembre 2012
La Reflexión de las Reflexiones en Torno al Curso 640 Psicología Social Avanzada Orientada en el Construccionismo Social
El curso de Psicología Social que estudié este semestre fue una experiencia maravillosa para mí. A través de la clase y de la enseñanza de la profesora Rivera, pude conocer cómo el ser humano construye su realidad. El aprender estos principios abrió mis ojos a otra realidad del mundo y de lo social que anteriormente no había concebido. De hecho, a partir de las lecturas mi mente se desplegó para mirar a mí alrededor conscientemente y despertar a la realidad subjetiva que me rodea. Dicha experiencia que expreso va cónsona con lo que la profesora nos dijo que pasaría en la primera clase, cuando verbalizó que la psicología social nos proyectaría a examinar la realidad de la persona en cuanto a la acción de éste o ésta en la sociedad y de cómo se construye la misma. Recuerdo que de esa primera clase marché con el anhelo de conocer más y con la curiosidad de comprender el punto de vista del construccionismo. Ante todo, entender un poco mejor cómo las personas vamos construyendo nuestra realidad personal y social. Me pareció fascinante vislumbrar cómo la cultura, la política y la religión, entre otros componentes influencian directamente en la forma en que nos ¨movemos¨, actuamos (acción) en la sociedad.
Lo primero que internalicé es que la naturaleza social se enfoca en que relacionarse es algo innato en los seres humanos para poder sobrevivir. Es decir, para que un ser humano se convierta en persona sólo lo logra en relación con los otros. Éste es social por naturaleza y mediante esa interacción con los demás es que se convierte en persona y construye las posibilidades que le ayudan a organizar su vida. De modo que, yo como ser humano no puedo completarme sola, sino que encuentro los referentes a partir de los cuales comienzo a construir mi vida y a darle sentido a la misma. Esto me confrontó con mi idea individualista de la vida, en la que mi construcción de la realidad se basaba en que, aunque el otro está presente, no es tan importante en la vida de uno. A partir de este esbozo surge la idea de que cualquier conducta humana nos puede humanizar o nos puede bestializar, obstaculizando que la dimensión humana de solidaridad, apertura y de pensamiento crítico se desarrolle y, en su lugar, se desarrolle el miedo o la vergüenza. Sin embargo, entendí que la persona tiene que volcarse, exteriorizar hacia afuera, abrirse al mundo y sólo entonces ésta se completa con el mundo. Lo que sucede es que esa relación que establecemos con el mundo no es inmediata, sino que equivale a reconocer que en ese mundo de afuera hay un espacio que de alguna forma interviene en el resultado de la interacción. Dicha apertura es la que nos permite la libertad, la autonomía.
Este nuevo conocimiento me inquietó a buscar conocer nuestro trasfondo histórico, nuestra formación interna y cómo los mismos influyen en nuestra conducta y en el entorno. En especial, me produjo el deseo de conocer el concepto de la libertad. Me motivó a inquirir qué significaba eso de que la apertura es la que nos permite la libertad y la autonomía. Para mi entender el concepto libertad involucraba lo personal y no lo social, así que me llenaba de curiosidad lo que implicaba la misma. Por lo cual, en la próxima clase la profesora explicó, en torno a la libertad, que el ser humano es reflexivo y que tiene una dimensión autonómica esencial con la cual nace que no cambia. Ésta nos explicó que la libertad se conceptúa desde el primer enfoque positivista como la sensación de querer hacer ´lo que me dé la gana¨, el énfasis está en mi opinión, sólo en la mía y no en la de los demás. Esto es lo que se conoce como la libertad de, en la cual el ser humano se distancia y cree que no está relacionada con los demás. Ésta era la concepción que yo tenía de lo que era la libertad.
Sin embargo, en la clase aprendí que existe la libertad para, que es una operacional, que envuelve pensar, sentir, pero no implica una ruptura con los otros. En efecto, para que sea libertad requiere el reconocimiento de la presencia de los otros para nutrirse y desarrollarse. Cabe destacar que, esta aseveración transformó mi manera de pensar y de ver la vida. Gracias a esta nueva concepción de lo que es la libertad, entendí que tenía que accionarla (la libertad) para poder nutrir a mi País. (Hermosa manera de decirlo!) Entendí que la libertad no es individual sino que la misma existe y opera cuando tengo presente a los demás. A partir de ese momento comencé a conceptuar la libertad como la facultad natural que todos poseemos para alcanzar nuestra plena realización, manteniendo nuestra integridad y nunca perder la opción de ejercer nuestra voluntad. En consecuencia, la libertad no es simplemente el que yo ejerza lo que yo quiera según mi conveniencia (según la mirada positivista), sino es el asumir con responsabilidad las consecuencias de nuestras decisiones considerando a los otros. Es ver y entender que la libertad es cuando asumimos lo que le sucede a los demás y nos hacemos responsables de lo que transcurre en la sociedad. No podemos desligarnos de la sociedad en la cual vivimos sino que debemos estar profundamente comprometidos con la causa que deseamos alcanzar, ya sea la libertad para Puerto Rico, la disminución de la criminalidad, entre otros, que no sólo me beneficien a mí, sino a los otros. Es decir, que adquiramos el valor de la fraternidad que se manifiesta en el aprender a dar, ya que, quien se compromete renuncia a muchas cosas, se obliga a sí mismo a actuar y es en la fuerza de su compromiso que está el alcance de sus realizaciones. Por lo tanto, solamente el ser libre se puede comprometer y asumir responsabilidad. (Claro!) Pero, para que una sociedad permanezca unida hay que respetar la libertad del otro y lograr que nuestra mente permanezca autónoma e independiente, aunque seamos oprimidos por la represión y la esclavitud.
Ahora bien, el tema que he focalizado es el de cómo construimos la realidad. Ésta construcción envuelve múltiples componentes, pero en esencia nace de la raíz de un comportamiento y pensamiento colectivo. Aquí es entonces donde surge el conocimiento de lo que es la historia, cómo esas experiencias y conocimientos adquiridos a través de las generaciones nos impactan y han construido nuestra manera de ver nuestra realidad. Porque lo principal que internalicé es que la realidad es una construcción social. La realidad positivista que tenía de ver la vida, venía como consecuencia del paradigma del positivismo que aún impera en el mundo actual. Éste modelo lleva a explicar los fenómenos sociales complejos en términos de motivaciones y creencias individuales e ignoran el contexto social y no asumen su historia. ¿Por qué me impacta el haber aprendido acerca del modelo construccionista? Porque el ser psicólogo o psicóloga envuelve que yo asuma una actitud abierta y de apertura hacia los otros. Eso involucra empatía, simpatía, amor por mi prójimo y un genuino interés por el dolor ajeno (que en realidad no es ajeno). Ésta profesión involucra mucha responsabilidad ya que nosotros trabajamos con el dolor de las persona y ese dolor hay que entenderlo desde la realidad de esa persona. Si yo no me intereso por su historia y contexto no voy a ser efectiva, sino más bien voy a asumir una postura egoísta e individualista reduccionista.
Por otro lado, durante las clases discutimos los distintos supuestos construccionistas que me permitieron ver la realidad de otra manera. Uno de los más que captó mi atención fue que la realidad social no sólo se construye socialmente por los seres humanos en interacción, sino que el conocimiento también se construye por lo histórico. La profesora explicaba en la clase que el conocimiento tuvo un principio y va a tener un final, y eso es liberador. ¿Por qué? Porque desde estas perspectivas construccionales otro mundo siempre es posible, sólo hay que desenmascarar esas posibilidades. Claro que esto me resultó liberador, esto me hizo pensar en la frase célebre de Einstein, cuando dijo: ¨cambia la forma de ver las cosas y las cosas que ves cambiarán¨. Nosotros le damos significados simbólicos a las cosas conforme nos las enseñaron y las aprendimos, nuestras experiencias, pasado e historia influyen directamente en cómo vemos y percibimos las cosas. En especial, cómo construimos nuestra realidad, sin embargo, esto no debe ser determinista en nuestras vidas, sino que debemos abrirnos al mundo y a un mundo de posibilidades nuevas cambiando nuestra manera de ver las cosas, tratando de entender mi realidad y la de los otros.
En consecuencia, cambiaremos el modo en cómo significamos las cosas o lo que nos acontece. Para que esto ocurra tiene que darse otro componente indispensable y es aquí donde se introduce el supuesto de la reflexividad, es decir, la capacidad de ser reflexivo. Esto me pareció sumamente maravilloso, todos tenemos la capacidad de pensarnos y de pensar en lo que pensamos. La reflexividad me permite mirarme, entenderme, y es a través de este proceso que entonces puedo adaptarme. El pensarme también me ayuda a desarrollar estrategias que me permiten ampliar mi agencialidad y mi autonomía como ser humano.
A tenor con lo anterior, esto me lleva a pensarme. ¿Por qué pienso lo que pienso? El descubrir que yo puedo deliberadamente ¨pensarme¨ sobre algún asunto es fantástico y es algo liberador. Dicha reflexión es una herramienta de autonomía poderosa que me puede ayudar a ver más allá de mi construcción simbólica y como dijo Einstein, si cambio la forma en que significo las cosas y los acontecimientos, lo que veo también cambiará, mi realidad cambiará. Esto es extraño, misterioso, pero otorga un poder tremendo de realización y de superación.
Un punto importante que discutió la profesora cónsona con la reflexividad es que en Puerto Rico, actualmente, están acostumbrados a no ponderar la vida y en consecuencia hemos devaluado el sufrimiento humano. Esto nos debe llevar a reflexionar acerca de éste asunto y de asumir el sentido trágico de la vida. Es importante considerar esto ya que hemos ido trivializando el sufrimiento y esto nos lleva a insensibilizarnos. No podemos perder nuestra capacidad de sufrir y mientras cultivemos esto podremos intervenir con el dolor de los otros y ser empáticos. Todos somos un todo y estamos interconectados.
En línea con lo expuesto anteriormente, el curso me ayudó a descubrir que nosotros estamos acostumbrados a vivir la realidad cotidianamente de manera automática sin cuestionarnos la misma. El entenderlo así me confrontó con lo que explicaban Berger y Luckman los cuales decían que la verdad o la realidad de la vida cotidiana se producen socialmente. Esto ocurre debido a que la sociedad posee un carácter dual y entra lo que se conoce como la facticidad objetiva. De manera que, comenzamos a juzgar que las cosas son como son y que hagamos lo que hagamos las cosas o circunstancias no pueden ser cambiadas.
En cambio, no vemos que un conocimiento de la realidad se construye históricamente aunque lo asumimos como algo natural, no lo analizamos y no lo cuestionamos. Lo interesante es que discutimos en la clase que debíamos entender que una acción humana no es absoluta y que supone conocer el momento histórico en que se está construyendo dicho conocimiento. A tenor con esto, me cuestioné si existe la objetividad o si existe una verdad absoluta. La respuesta a mi interrogante fue que no existe la objetividad, porque todo conocimiento viene acompañado de la construcción y significante del otro. Así es que, todo conocimiento está cargado de subjetividad. Sin embargo, el mundo en el cual vivimos ya está hecho, las instituciones ya existen y se han cosificado. La cosificación no es otra cosa que el proceso en el que aprehendemos el orden o convertimos la sociedad en una cosa. Las categorizamos como absolutas, como por ejemplo: las instituciones conocidas como la familia, la escuela, el matrimonio, entre otras. Al cosificarlas y convertirlas en cosas asumimos los hechos como si fueran cosas.
A pesar que esto es así, la realidad social se puede transformar. Dado que la realidad es una construcción social, depende de los seres humanos para que las cosas cambien. ¿Cómo se pueden cambiar las cosas? Primero mirar las cosas de forma diferente y segundo romper la rutina. Al romper la rutina se descomponen el pensar y el comportarnos de manera automática, por lo que comenzamos a pensar y a cuestionarnos lo establecido. Cabe destacar que, para que el cambio sea posible tiene que ser creíble para el ser humano. Si la misma no es creíble para mí no puede darse la transformación. Si no se trabaja con esas cogniciones de posibilidad no se produce el cambio. Otro componente que tenemos que dominar para lograr la transformación es aprender el lenguaje. Una de las cosas que aprendí de la profesora es que la herramienta fundamental para contrarrestar la ideología imperante de control social es aprender el lenguaje. Esto es importante para tener el dominio simbólico, ya que, mientras más palabras conozcamos e idiomas dominemos manejaremos mejor este control.
Finalmente y repasando todo lo estudiado en la clase de Psicología Social, voy develando en mi conciencia la influencia grande que tiene la educación, el lenguaje y las experiencias en la construcción social en mi vida cotidiana. Esto me mueve a estar más consciente de los otros, a reflexionar acerca de mi historia y a querer ser partícipe de transformar la realidad social. Esta clase me ha accionado a explorar más profundamente la psicología social crítica y comunitaria. A mirar en mis interacciones a los otros como uno conmigo, respetándolos, acompañándolos y a accionar mi libertad asumiendo la responsabilidad por mi prójimo. Ciertamente, lo que aprendí en esta clase me transformó y es un tesoro de conocimiento que siempre llevaré conmigo. Cabe mencionar que, la herramienta de los diarios reflexivos como estrategia de aprendizaje me pareció fabulosa. No es hasta que me detengo a realizar este trabajo que compruebo lo mucho que aprendí acerca de los temas discutidos. Los diarios reflexivos me permitieron llevar una secuencia congruente con lo enseñado en la clase, mientras que a su vez me permitió el análisis crítico y la reflexión de los temas. Por lo tanto, creo que los diarios reflexivos son un instrumento ideal para la transformación del conocimiento.
En conclusión, no deseo culminar este escrito sin agradecerle profesora Carmen Rivera por darme la oportunidad de vivir esta experiencia. Dios la continúe bendiciendo grandemente.